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Nadie tiene la varita mágica para descifrar el futuro, pero cuando se trata de la hegemonía de un técnico en cualquier equipo, serán siempre los resultados los que demarquen la gloria o su fracaso.En el caso de Guillermo Sanguinetti, que ganó el torneo del Inca, cierra un Apertura en rojo y tiene el respirador artificial en la Sudamericana. Diríamos que su estado al frente del equipo es de cuidados incentivos. Aún hay ligeras esperanzas de vida.De momento su sostén es que para el torneo Clausura el equipo con la inclusión de refuerzos y separación de otros elementos, muestre una cara distinta dentro de la cancha manifestando actitud, alegría y goles en aras de lograr el campeonato.Ahora, si no hay visos de encontrar esa luz de esperanza, lo más probable es que suceda una de dos cosas. O el “Topo” se termina de aburrir y busca otra madriguera, o le piden que deje el cargo como pasó con su antecesor Wilmar Valencia.En breve se empezará a correr una nueva carrera por la supervivencia, con los implementos para el éxito, Sanguinetti debe forjar su propia historia.

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